La nutrición es importante para todos. Lo que comemos puede influir en el sistema inmunitario, el estado de ánimo o el nivel de energía y una alimentación equilibrada y variada es la base para ayudar a mantener un cuerpo fuerte y saludable.
Unos buenos hábitos de alimentación pueden ayudar a prevenir enfermedades como la obesidad, la diabetes y la arterioesclerosis; asimismo, una mala alimentación puede afectar al desarrollo físico y mental, reducir el rendimiento o afectar al sistema inmune provocando que nuestro organismo sea más vulnerable.
Una dieta sana y equilibrada se consigue comiendo la cantidad correcta de alimentos en la proporción adecuada y con una continuidad; la alimentación debe contener los nutrientes esenciales para garantizar que el organismo lleve a cabo todos los procesos metabólicos necesarios y obtenga la energía precisa para poder realizar adecuadamente las actividades diarias.
No debemos olvidar en una dieta saludable la importancia de la ingesta de líquidos como zumos naturales, infusiones o caldos que ayudan a compensar la pérdida de fluidos del organismo manteniendo así una correcta hidratación.
El primer paso para pautar unas actuaciones dietético-nutricionales adecuadas es conocer el grado en que la alimentación cubre las necesidades del organismo realizando una evaluación del estado nutricional.